lunes, 5 de julio de 2010

¿DECANO DURO DE MATAR O STATU QUO DURO DE CAMBIAR?


José Rodríguez Elizondo ha escrito una columna en la Tercera del Domingo 13 de junio, titulada “Decano Duro de Matar”. Respeto a José como columnista y académico. Sin embargo, en la polarización en que se halla la Facultad de Derecho de la U. de Chile, estamos en posiciones contrarias. El valora la gestión pasada del Decano Nahum, recientemente reelegido, luego de su renuncia, el año pasado. Yo tengo una opinión distinta.

A mi juicio:

1. La Universidad de Chile declina, lenta pero perceptiblemente. La Facultad de Derecho, quizás su órgano académico más emblemático, también.

2. En su anterior decanato, el prof. Nahum mostró una entrega total a la gestión universitaria. No obstante, su dirección fue autárquica, clientelar e ineficaz. Autárquica, porque tomaba la mayoría de las decisiones por sí y ante sí. Clientelar, porque prometía o hacía favores a cambio de apoyo. Ineficaz, porque si bien construyó nuevas y valiosas instalaciones, no llevó adelante urgentes reformas académicas.

3. Los hechos son preocupantes. Poco más de un 60% de los académicos de la Facultad tiene derecho a voto (el resto está “a honorarios”) y entre los que votan, muchos no han desarrollado actividad universitaria desde hace años. La modernización de la Facultad languidece.

4. La toma de los estudiantes de 2009, que culminó con la renuncia de Nahum, se centraba en estas quejas. Tales agravios eran compartidos por muchos profesores. Por ese entonces, se reveló, además, que el decano Nahum había publicado como suyo un libro idéntico a una memoria de un alumno suyo, que estaba basada en los apuntes que éste tomó de sus clases. En el libro no había mención alguna al trabajo de ordenación y redacción del estudiante. A todas luces esa publicación buscaba cumplir con requisitos exigidos por la U. de Chile para que un profesor llegue a la jerarquía de titular y postular al cargo de decano. Aunque soy titular, me parece absurdo exigir esa calidad para poder ser decano. Cualquier profesor de menor jerarquía que estuviera calificado para la gestión universitaria podría serlo, como ocurre en grandes universidades. Sin embargo, al presentar el libro como de su autoría, lo que el decano Nahum hizo, con el propósito – no lo niego – de poder servir a la Universidad del modo que él lo sentía, fue incorrecto, no un mero “viejo error” como lo califica José Rodríguez Elizondo. En todo caso, si bien la prensa de entonces se concentró en ese hecho, no era ésta la principal causa de la toma.

5. Los partidarios del profesor Nahum plantean otras objeciones: que la toma estudiantil fue una inaceptable medida de fuerza y que la mayoría democrática del claustro apoya al decano. Ambas deben ser respondidas:

6. La toma fue conducida de manera responsable, lo que no le quita su carácter de medida de suma presión. ¿Había otra alternativa o se trataba de un recurso extremo de cara a una situación de seria amenaza al futuro de la Facultad frente a la cual se cerraban las puertas, no se oía a los agraviados y nada cambiaba?

7. Sobre la democracia en la Facultad de Derecho se puede decir lo siguiente: (a) El padrón electoral es poco representativo y amañado. (b) Esa es la legalidad formal de la Facultad. (c) Sin embargo, legalidad no significa legitimidad y, aunque lo significara, legitimidad de origen no es equivalente a legitimidad de ejercicio (esta última distinción puede abrir varias cajas de Pandora; no por ello deja de ser relevante).

8. Aquellos que apoyaron a Nahum en su reciente victoria electoral al decanato podrían decir que quienes se opusieron a él jugaron con esas reglas del juego y perdieron. Y tendrían razón. Las autoridades interinas del último año pudieron y debieron hacer más para que el claustro de la Facultad fuera realmente representativo de sus académicos activos.

9. ¿Y ahora qué? Los sectores que estuvieron en pugna no representan posiciones políticas. En ambos hay personas de distintas convicciones. Se trata de un conflicto sobre el futuro de la Facultad de Derecho, por una parte; y, por otra, un diferendo entre quienes consideran que el decanato de Nahum tuvo grandes falencias y otros que piensan que hubo un intento injusto de los opositores del decano de tratar de imponer sus posiciones por la fuerza. Roberto Nahum ha declarado que quiere recomponer la “amistad cívica” y sus partidarios han dicho que corregirá las fallas de su anterior decanato. Esperemos que sea así.