lunes, 7 de febrero de 2011

¿OTRAS ESPECIES HUMANAS?


En enero del año 2000 tuve el privilegio de conversar con el Dr. Meselson, un renombrado biólogo de la Universidad de Harvard.. En ese encuentro me dijo que había tres principios ineluctables sobre nuevos inventos o descubrimientos, sean estos referidos al poderío nuclear, la genética u otro campo: (i) una vez inventados ya no se pueden desinventar; (ii) si una persona, grupo o entidad se interesa por emplearlos, más tarde o más temprano se usarán; (iii) cada vez se volverán más baratos y accesibles.

Todo esto lo dijo a propósito de la posibilidad de que, mediante ingeniería genética, en el curso de medio siglo o incluso menos, un determinado grupo racial, social o de otro tipo, llegara a obtener que los individuos de ese grupo solamente pudieran cruzarse entre ellos, de modo que terminarían por formar algo así como una sub-especie aparte.

¿Ciencia ficción? Tiempo atrás se podría haber considerado una mera fantasía. Sin embargo, con el avance vertiginoso de la tecnología, las nuevas generaciones (y las no tan nuevas) perciben que todo es posible y en un futuro no demasiado distante. Aún recuerdo que en los años setenta yo acostumbraba a decir algo que ya se veía como inminente y no era nada difícil de vislumbrar: que en pocos años más habría un computador en cada casa. Muchos amigos que consideraban esa posibilidad como inhumana hoy no se desprenden ni por un segundo de su blackberry o su i-pad. En otro plano, hoy en día, cuando el fin del predominio de los libros y otros textos impresos en ámbito de la palabra escrita es inminente, hay muchos que se aferran al formato, textura e incluso el olor del papel. No sé si el cambio del pergamino al libro produjo en su momento una zozobra equivalente, pero lo creo probable.

Regresando a los temores del Dr. Meselson, hay que decir que ya muchos otros científicos venían considerando que los cambios tecnológicos podían llegar a generar una especie humana tan distinta a la que conocemos desde la invención de la escritura, que no sabríamos reconocer esa humanidad que estará formada por los nietos de nuestros nietos y ellos no podrían identificarse el pasado que para entonces nosotros seremos. ¿Qué cambios tecnológicos? Aquellos que pueden incidir en lo que, hasta donde sabemos, define nuestra condición humana: la extrema longevidad o cuasi-inmortalidad que sustituiría a nuestra conciencia actual de mortalidad; la expansión ilimitada de nuestro potencial mental mediante una simbiosis entre sistema nervioso y computación y un cambio fundamental en las grandes coordenadas del placer y el dolor.

Lo que Meselson agregó a esa intuición sobre probables cambios fundamentales en la condición humana, es la posibilidad de que ello ocurra segmentadamente, para ciertos grupos humanos, los cuales cerrarían la puerta tras de sí, luego de haberse trasladado a otro plano de humanidad.

¿Qué hoy parece demasiado tenebroso como para pensar en ello? Sí; pero consideremos que si se hubiera hablado, a comienzos del siglo pasado, del control de la natalidad, la fertilización in vitro o la clonación (sin mencionar las armas nucleares) todos hubieran dicho que era tan inconcebible e inhumano que no cabía ni siquiera imaginárselo.

Y ante esta perspectiva, ¿hay algo que se pueda hacer? No mucho. Uno podría plantear la vigencia de ciertos principios éticos, en cualquier circunstancia, pero estas normas serían extremadamente generales: consideración y respeto por todo ser viviente y poco más. Y en todo caso ello estaría sujeto a la determinación de quienes tomarían el control.

¿Pesimista? Quizás, aunque siempre me consideré más bien optimista. No será el fin de la historia, pero sí de un muy magno capítulo. ¿Buscar refugio en la religión? Un columnista chileno escribió una vez algo que parece arrogante, pero no lo estimo así: ese tipo de consuelo se paga a un precio muy alto; el de la lucidez.

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