sábado, 14 de abril de 2012

GRANDE Y FEO


En 1973, el economista E.F. Schumacher publicó el libro “Lo Pequeño es Hermoso”, que pronto pasó a ser la Biblia de la economía a escala humana y hasta el día de hoy es recordado por devotos ambientalistas.

Uno hubiera vaticinado entonces que si, por oposición, lo grande es feo, habría cada vez más reticencia hacia las cosas y prácticas desmesuradas. Pero lo que a uno puede parecerle obvio, no es necesariamente el curso que siguen las modas sociales y las veleidades de la gente.

Estos son los ejemplos más patentes de que en los últimos años la tendencia ha ido con más frecuencia en sentido contrario:

Automóviles.- con los atochamientos urbanos, la contaminación ambiental y el precio de la bencina, se podrá haber predicho un auge de la demanda y producción de autos diminutos. Sucede, en cambio que hoy en día la mitad de los vehículos particulares parecen más apropiados para ir de safari que para comprar en el supermercado o pasar a buscar los niños al colegio. Empezaron del tamaño de los antiguos station wagons y ahora alcanzan el porte de mini-buses o de camionetas para transportar ganado, ocupan dos espacios de estacionamiento y circulan con la prepotencia de los buses articulados.

Piercings.-
Presa de la ilusión de que el mundo llegaría a considerar las perforaciones para colocar aros a las niñitas como una costumbre primitiva, décadas atrás, mi señora y yo rehusamos abrir las orejas a nuestras hijas. No necesito recordar que hoy los piercings de mujeres y varones se cuentan hasta por decenas y no sólo en los lóbulos de las orejas, sino hasta en la lengua.

Tatuajes.-
Hace muchos años oí a alguien decir que en el futuro no lejano habría un montón de cincuentones y cincuentonas circulando con tatuajes. Ese futuro ya llegó. En un “resort” en que pasé las últimas vacaciones, se paseaba en traje de baño un buen número de maduritos exhibiendo uno que otro minúsculo fragmento de piel, en medio de barrocos tatuajes que los cubrían de arriba abajo.

Edificios.- Hubo una época en que el edificio más alto de Santiago era el entonces Hotel Carrera (hoy Cancillería), de 13 pisos. Luego vinieron las Torres de Tajamar que parecían romper todo límite, hasta que los avances tecnológicos y las apetencias de las empresas inmobiliarias, sumadas a las de las municipalidades que las autorizan, nos han regalado edificios de 60 pisos que tapan la vista, alteran la unidad urbana y prometen tacos apocalípticos.

Suma y sigue.- el consumo de tragos y drogas, los cargos abusivos de los bancos, la anorexia de las modelos, la farándula, el despiste del mundo político... Todo crece y crece, grande y feo.

LA TIERRA ES PLANA


“Yo respeto todas las ideas”, se suele decir. Pues yo y muchos otros, no. El respeto lo merecen la dignidad de las personas que expresan las ideas y su derecho a formularlas, no las ideas mismas. La opinión de que la discriminación racial es legítima me parece despreciable y la conclusión de que dos más dos son cinco, es directamente estúpida. Es cierto que muchas ideas que parecían absurdas en su momento terminaron por ser sustentadas por la ciencia y aceptadas generalmente. Por ello, es preferible sufrir la circulación de opiniones absurdas a restringir la libertad de expresión y privarnos del progreso del conocimiento.

Como prueba de la tolerancia a la libre circulación de ideas, comprobamos en Internet que todavía existe en Gran Bretaña la Flat Earth Society (Sociedad de la Tierra Plana) con su sitio web y todo. Su más activo dirigente moderno, Charles K. Johnson (1924-2001), solía decir, como supuesta evidencia de sentido común en apoyo de su descabellada teoría, que su mujer era australiana y no caminaba patas para arriba. Es cierto que la “doctrina” de la tierra plana no trata de sustentarse fundamentalmente en ese tipo de risibles argumentos, pero los que enarbola son pura charlatanería seudo-científica.

¿A qué viene todo esto? A lo siguiente: Si Ud. entrevistara a un personaje público para un diario, podría, quizás, caracterizarlo como liberal (en oposición, digamos, a conservador o comunista ) y ateo (para significar que niega a Dios) pero ¿tendría sentido decir que cree que la tierra es esférica (o cuasi esférica)? Pues sucede que en una entrevista al reconocido intelectual Alvaro Fischer, publicada en El Mercurio del sábado 7 de enero DE 2012, se lo define como liberal, ateo y …¡darwiniano! Con esto último se implica no que él afirme que todo lo que se dice en “El Origen de las Especies”, de Charles Darwin, publicado en 1859, mantiene plena vigencia, sino que él reconoce los postulados básicos de la rama de la ciencia conocida como biología evolutiva, que fue fundamentada por Darwin (aunque, como tantas teorías científicas, tuvo precedentes).

Calificar de “darwiniano” a una persona inteligente me parece, en el mejor de los casos, redundante y, en el peor, ofensivo. ¿Es que hoy día algún científico que no sea auto-proclamado como tal, sostiene que el mundo tiene poco más de seis mil años de antigüedad y que todas las criaturas que pueblan la tierra fueron creadas en breves días, simultáneamente? Como se sabe, uno de los países que practica en mayor grado la libertad de expresión, los Estados Unidos, tiene una historia tanto de grandes descubrimientos e innovadoras ideas, como de un ancho caudal de supersticiones y supercherías. Célebre fue el llamado “Juicio del Mono” que tuvo lugar en el Estado de Tenessee, en 1925. Un profesor fue multado por violar una ley de ese estado que prohibía "la enseñanza de cualquier teoría que niegue la historia de la Divina Creación del hombre tal como se encuentra explicada en la Biblia, y reemplazarla por la enseñanza de que el hombre desciende de un orden de animales inferiores." Una famosa película, “Heredarás el Viento”, inmortalizó ese vergonzoso proceso. Pues bien, debido al ascenso del fundamentalismo evangélico en los Estados Unidos, recientemente, durante el gobierno de George W. Bush se comenzó a proponer que la enseñanza del “diseño inteligente” (creacionismo versión 2:0) debiera tener igual tiempo en las escuelas que la de la teoría de la evolución. ¿Cuál sería hoy la diferencia de pedir igual tiempo para la enseñanza de las teorías de la tierra plana en las escuelas?

En suma: las opiniones estúpidas son audaces. - “¡Ud. me está diciendo estúpido!”. – “No; dije que su opinión lo es” – “¡Es lo mismo!”. - “Esa conclusión es suya”.

EL DESBORDE ESTUDIANTIL Y EL AÑO 2012


Este año, el movimiento estudiantil dejó en claro lo que muchos aún no advertían: no vivimos una época de cambios sino un cambio de época. Desde los años noventa, los grandes parámetros que definían la vida en sociedad en los dos siglos precedentes han ido quedando atrás: las ideologías dominantes, el papel de la ciudadanía, la velocidad de los cambios científicos y tecnológicos (así como su impacto en la economía y en las costumbres).

Subsisten, sí, las formas tradicionales de representación a través de los partidos y el modo de generar políticas sociales porque, tratándose de asuntos públicos, la gente prefiere al diablo conocido, por temor al desgobierno. Esta actitud es más fuerte entre quienes tienen una vida hecha y se acentúa todavía más de cara a grandes cambios.

Al amanecer de esta nueva época, veinte años atrás, las generaciones más jóvenes no se sintieron interpretadas por los modos de antaño y se marginaron. Ese fue el sentido del “no estoy ni ahí”, que estuvo en boga hace tiempo. La siguiente generación - nuestros universitarios de hoy - ha tomado un papel más activo, pero todavía fundamentalmente contestatario, antes que propositivo. Del malestar se avanzó a la indignación y de ésta al impulso por demoler lo existente. La expresión característica pasó a ser “no más”. Esta actitud contagió a los desencantados de antes, ya mayores, quienes sintieron que las brasas de sus anhelos podían volver a encenderse. La desconfianza hacia las instituciones y políticas públicas se generalizó.

Sabemos que la historia no marcha gradual y uniformemente, sino que conoce períodos de estancamiento, aceleración o ruptura. Los grandes quiebres sociales suelen parecerse al colapso de una represa. Se acumulan las presiones y terminan por derrumbarse los viejos muros de contención. En un comienzo, la masa de agua lo inunda todo; sólo gradualmente se consigue encauzarlas.

Teniendo todo esto en mente, consideremos los desafíos que enfrenta el movimiento estudiantil el año que viene. En el 2011, logró colocar en el tapete, con gran fuerza, el tema de equidad social. Hubo desmanes lamentables, sí, pero la justicia de su demanda por inclusión y mayor igualdad llegó a ser ampliamente reconocida. Ahora, los dirigentes de relevo, encabezados por Boric y Titelman (en aras de la transparencia, declaro que Gabriel Boric ha sido mi ayudante de cátedra, pero no hablo por él ni pretendo aconsejarlo) deben terminar por hacer comprender a quienes permanecen indolentes o remolones, el imperativo de forjar un pacto social justo. Se trata de un gran desafío porque los sectores sociales más reacios y el mundo político sólo reaccionan si se los aguijonea. Por tanto, los estudiantes probablemente mantendrán una intensa presión, pero también deberán anticipar, con sus métodos de acción y sus propuestas, la justicia, el respeto por la diversidad y la inclusión del nuevo trato social al que dicen aspirar. Es una tarea mayor, en estos tiempos inciertos de cambio de época. Los jóvenes no podrían darle término por sí mismos, pero quizás consigan dejarla encaminada. Lo que no sería poco.

EL FUTURO DE LA TELEVISION NACIONAL


Ya antes de la tragedia de Juan Fernández, en TVN, de cuyo Directorio soy miembro, nos preguntábamos sobre el futuro de la televisión abierta y el de un canal como el nuestro. Como se sabe, en sus inicios, hace medio siglo, la televisión chilena se asignó a las universidades. Luego se creó el canal estatal que, más tarde, el gobierno militar utilizaría sin miramientos. Como reacción a ello, después del retorno a la democracia, la ley formó la actual TVN con plena autonomía, una misión nacional y la obligación de autofinanciarse. Es el único canal estatal del mundo sujeto a estas reglas.

Paralelamente, surgieron y crecieron otros canales. De todos ellos, sólo mantuvieron un sentido de “misión” TVN, hasta hoy, y el Canal 13, hasta 2010.

Ahora bien, para autofinanciarse TVN necesita vender publicidad y los avisadores escogen anunciar en los programas que la mayoría de la gente ve con más frecuencia. Por su parte, en la privacidad de sus hogares, los televidentes sintonizan programas más livianos que los que declaran públicamente que prefieren. Por ello, la programación cultural deja pérdidas. Para sostenerla, TVN debe primero ganar dinero produciendo lo que la gente quiere ver.

Con todo, pese a estas limitaciones, TVN ha cumplido largamente con su misión gracias a dos factores: el gran profesionalismo y dedicación de sus trabajadores y el hecho de que el público lo siente como el Canal de Chile. Una muestra de esto último es la transmisión del 21 de mayo o el 19 de septiembre que es la misma en todos los canales pero es más vista en TVN.

Servir a los chilenos y contribuir a la unidad nacional es uno de los objetivos centrales de la misión de TVN y pocos programas lo han cumplido tan plenamente como Buenos Días a Todos, que perdió a cinco miembros de su equipo en el terrible accidente de Juan Fernández. Muchísimos chilenos sienten que este programa es una cercana compañía cotidiana, como lo muestra el desborde de afecto que se expresa en la vigilia de multitudes frente al canal y en los cientos de miles de mensajes recibidos.

¿Y ahora qué? Desde luego, acompañar a las familias y agotar los esfuerzos por encontrar a todas las víctimas del accidente. Pero el tiempo es implacable. Mientras en el Congreso Nacional se discute legislación sobre la TV digital y sobre TVN, la tecnología está transformando la comunicación audiovisual masiva de modo impensado. También, pasada la pausa que impone el luto, se retomará la dura competencia entre canales.

Mantener una televisión nacional independiente de todo gobierno, sigue teniendo sentido. Sin embargo, los primeros veinte años del modelo actual de TVN están llegando a su fin. Ello coincide con el sentimiento nacional de que otros aspectos centrales de nuestro “pacto social” necesitan una reforma de fondo. El modo de abordar todos ellos es uno mismo: escuchar, deliberar y, sobre todo, mantener un profundo sentido de país y de propósito superior.

Así lo entendieron quienes viajaban en el malogrado avión. Sin buscarlo intencionadamente, ellos y su noble misión conjunta nos dieron un ejemplo de la entrega, unidad y solidaridad de que podemos ser capaces.

lunes, 12 de septiembre de 2011

EL GOBIERNO DE LAS UNIVERSIDADES ESTATALES


Soy profesor de la Universidad de Chile y el año 2009 apoyé las demandas de los alumnos que se tomaron la Escuela de Derecho. Me pareció entonces que ese movimiento estudiantil anticipaba un malestar que quizás resurgiría más tarde con fuerza. Estoy convencido que la Universidad de Chile y, por extensión, toda universidad estatal, necesita imperiosamente de cambios muy de fondo. También creo que para realizarlos hacen falta decisiones políticas de gran vuelo, las que no se adoptan, por lo general, si en la pantalla de las autoridades no se enciende una luz de emergencia.

El gobierno de las universidades estatales parece, superficialmente, democrático, pero no lo es, porque la soberanía de una institución nacional reside en un grupo corporativo: el de los académicos. Desde luego, no propicio ampliar esta situación expandiendo tal gobierno gremial a estudiantes y funcionarios, aunque ellos pueden participar en otras instancias. Favorezco, en cambio, que las universidades estatales estén regidas por un Consejo integrado por personas de alta calidad personal, representativas y capaces, las que serían nominadas y designadas, eso sí, por procedimientos democráticos; por ejemplo, amplia consulta social para elaborar una lista de postulantes de la que elija el Congreso Nacional. Un Consejo así formado, debería organizar un concurso transparente y amplio para seleccionar un rector. (No tengo aún opinión formada sobre cómo deberían elegirse los decanos y otras autoridades). Además, es preciso introducir muchos otros cambios que doten a las universidades públicas de mayor autonomía y flexibilidad.

En el pasado he escuchado tres objeciones a esta idea, aparte de la noción equívoca de que no sería una fórmula democrática, a lo que ya me he referido. La primera es que este sería un modelo de gobierno propio de universidades de los Estados Unidos. Pienso que da lo mismo si es importado de la luna; lo importante es que funcione. El segundo reparo es que el proceso de selección de un Consejo así, se politizaría. Es posible, pero Chile ha demostrado que sobre temas de trascendencia puede crear instituciones autónomas (comisiones de verdad o contra la corrupción, Alta Dirección Pública, Consejo de Transparencia, Banco Central) de composición “transversal” en las que sus miembros han llegado a decisiones unánimes, anteponiendo el interés general a sus preferencias personales. La tercera objeción apunta a que las mejores universidades de Europa se formaron y prosperaron como comunidades soberanas de académicos. No lo niego, pero los tiempos cambian y Chile tiene sus propias características.

Dada la condición humana, el sistema actual de gobierno universitario estatal tiende a que la mayoría de los académicos siga la ley del mínimo esfuerzo, aunque siempre haya una valiosa minoría que aspira a la excelencia que le impone su moral personal.

Las reformas que requiere la educación chilena abarcan muchos puntos. Si se deja pasar este momento para enfrentar todos ellos, incluido el del gobierno de las universidades estatales, costará mucho que haya otra oportunidad en el futuro previsible.

domingo, 21 de agosto de 2011

COMO PARA LLEGAR Y LLEVAR


“Que el comprador esté vigilante”, dice una antigua máxima de la cultura económica anglosajona. Es decir, no le correspondería al Estado proteger a los consumidores de su propia desidia o necedad pues no habría mejor juez que nosotros mismos sobre lo que más nos conviene.

Por tanto, si alguien quiere donarle sus ahorros a un predicador televisivo que le promete la vida eterna a cambio de su dinero, sería problema suyo. Y si un esforzado trabajador, malo para calcular pero aguijoneado por el impulso a consumir, se fija sólo en la cuota que deberá pagar por un artículo comprado a crédito, aunque al final termine desembolsando el doble o triple de su precio al contado, también sería problema suyo. Por esta vía, por cierto, se da cancha libre a la usura disfrazada de venta a plazo.

Sin embargo, en los países desarrollados, incluso los anglosajones, el lema de la autosuficiencia del comprador se ha ido matizando fuertemente a favor de una significativa protección del consumidor. La experiencia de siglos de capitalismo ha dejado como lección que es preciso hallar un equilibrio entre libertad y regulación. El emprendimiento individual, ya se sabe, tiene una dimensión creativa y un potencial depredador. Por lo mismo, el secreto para que el mercado funcione en beneficio de todos consistiría en crear incentivos que fomenten lo primero y desalienten lo segundo. Esto último significa, entre otras cosas, proteger al más débil y atomizado de los actores económicos: el consumidor, en especial el que accede a servicios financieros.

En cambio, sobre esta materia Chile no ha alcanzado estándares modernos. Si bien en todo tiempo y lugar los sectores económicos involucrados resisten las regulaciones, en nuestro país los bancos y las super-tiendas han sido especialmente exitosos en frenar los controles más efectivos. Esta oposición se ha hecho en nombre de la libre empresa y el progreso, valiéndose a menudo de un lenguaje eufemístico.

El reciente escándalo de La Polar es un buen ejemplo de todo lo anterior. Orientada hacia el comprador popular, esta super-tienda descansaba más que ninguna otra en las utilidades de sus servicios financieros (léase la usura encubierta de las ventas a plazo). El abuso que supone recalcular las deudas de miles de clientes se disfrazaba con la expresión oblicua de repactación unilateral (todo pacto supone necesariamente una concurrencia de voluntades y por definición no puede ser “unilateral”). Además, los mismos ejecutivos de la empresa al parecer actuaron bajo el impulso de incentivos perversos.

En el sistema de economía abierta y en particular en el sector financiero, la regulación va siempre un paso atrás del ingenio de los aprovechadores, incluso en los países avanzados. En el nuestro, que tiene la aspiración de llegar a serlo, el retraso es mayor. Hace falta un servicio de defensa del consumidor con más poderes y, si se llega a aprobar un SERNAC financiero, sería preciso dotarlo de la posibilidad de actuar con energía y de propia iniciativa. La naturaleza humana no ha cambiado mucho pero los incentivos pueden y deben cambiar. Si el abuso cuesta caro, ocurrirá con menos frecuencia.

jueves, 16 de junio de 2011

LA RESPONSABILIDAD DE ESCOGER



MARIO Vargas Llosa entendió bien el viejo dilema de tener que optar no entre lo malo y lo bueno, sino por el menor de dos males, cuando expresó que el balotaje presidencial entre Keiko Fujimori y Ollanta Humala es como elegir entre el cáncer y el sida. El decidió -tapándose la nariz y con un suspiro de resignación- votar por Humala. Otros han optado por Keiko. Unos terceros votarán en blanco o nulo. Todas son alternativas realistas. Lo que constituiría un inaceptable signo de inmadurez sería que un ciudadano peruano negara el conflicto y dijera que prefiere votar por un candidato ideal que sucede que no estará en la papeleta.

Esa es la broma de Woody Allen cuando declaró que quería ser inmortal no por sus obras, sino por no morirse, una opción que obviamente no figura en el menú, por lo menos en el futuro previsible. Más aterrizado es el anciano del cuento que a la pregunta de si es muy malo ser tan viejo contesta: "No tanto, si se considera la alternativa", la cual, por supuesto, no es volver a ser joven, sino estar muerto.

Sólo los niños pueden permitirse pensar en el qué y no en el cómo, a la manera del chiste de Woody Allen. Si un pergenio pide un poni para su cumpleaños, toca a los papás evaluar la idea tomando en cuenta el precio, los riesgos, dónde guardarlo y cómo mantenerlo. Por ello me sorprendió mucho cuando a comienzos de los años 90 leí una entrevista al ya fallecido Pedro Vuskovic, quien fuera ministro de Economía del gobierno de Allende. El entrevistado describía la situación económica del país a la que él aspiraba, y cuando el periodista le preguntó por qué posibles caminos se podía llegar a esa meta, dio una respuesta sorprendentemente pueril: "Yo no entro al cómo".

La gente de a pie, que hoy en día puede movilizarse por decenas de miles en respuesta a los llamados de las redes sociales, necesita entrar al "cómo" por un imperativo de credibilidad; no en lo inmediato, cuando aún están asombrados por su propia capacidad de protestar masivamente, pero sí pronto.

Ese es el desafío que plantea el proyecto HidroAysén contra el que protestaron decenas de miles de santiaguinos la semana pasada. En este caso la elección es claramente sobre el mal menor. Uno puede sostener que en 10 años más el país no necesitará tanta energía como se vaticina, pero debe dar argumentos convincentes. También se puede declarar que sin importar cuánta energía se requiera, hay que proteger la Patagonia y que uno está dispuesto a vivir en una situación de escasez energética. Por último, se pueden sugerir, fundadamente, modificaciones sustanciales al proyecto. Si, en cambio, uno propicia que se empleen medios alternativos de generar energía, es necesario demostrar que ese candidato ideal puede estar "en la papeleta". Lo que no es una actitud madura es declarar "no sé cómo se puede hacer, pero debiera ser posible".

El problema de fondo es que, por definición, el mundo político toma muy en cuenta a quienes no se detienen a pensar en el "cómo", si resulta que son muchos. Después de todo, el cómo llegar a ser elegido o reelegido es una cuestión crucial.